La Flota era un ómnibus,
El que tomaba rutinariamente muy temprano por las mañanas
No era un ómnibus cualquiera.
Era simpático, ……yo diría casi folklórico
Viajar en él era como visitar a un viejo amigo.
Al subir ya nos saludaba muy familiarmente Rufino Arébalo,
El Guarda, quien conocía por el nombre a cuánto paisano levantaba en el camino
Mientras vendía boletos, les sacaba el tema y poco a poco se iba enterando de la vida de cada uno.
Ah……… y no les preguntaba dónde se bajaban, porque ya lo sabía.
Entre charlas y vender boletos de vez en cuando aceptaba un mate de algún pasajero.
A veces cansada, por lo temprano, intentaba dormir,
Qué nada!!!!!! Nunca podía
Resulta que se había transformado en un punto de encuentro,
Donde los vecinos de cada estancia se encontraban,
y ahí charlaban.
Uno le daba las condolencias a Apolinario por la muerte de su padre;
Otra contaba que Juanita estaba en días de parir;
De repente una voz fuerte y retumbante dice:
-pero usted sabe Don Pepe?,
Que el toro sabandija saltó el alambre y me empreñó la vaquillona.
El viaje se había transformado en una gran reunión, y , cuando lograba dormitar, lo hacía oyendo aquel murmullo, todo se confundía,
era la gente hablando,
Era la payada en la radio del chofer….
Y hasta un matrimonio que en su afán de hacerse entender, hablaban en portuñol.
Cuando al fin logré dormir, ya casi a la llegada, una gotera del techo, que se escurría en mi cara, estaba lloviendo.
Y el ómnibus viejo parecía llorar
Como olvidar!!!
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