lunes, 8 de octubre de 2012

CUENTO


La Flota era un ómnibus,
El que tomaba rutinariamente muy temprano por las mañanas
No era un ómnibus cualquiera.
Era simpático, ……yo diría casi folklórico
Viajar en él era como visitar a un viejo amigo.
Al subir ya nos saludaba muy familiarmente Rufino Arébalo,
El Guarda, quien conocía por el nombre a cuánto paisano levantaba en el camino
Mientras vendía boletos, les sacaba el tema y poco a poco se iba enterando de la vida de cada uno.
Ah……… y no les preguntaba dónde se bajaban, porque  ya lo sabía.
Entre charlas y vender boletos de vez en cuando aceptaba un mate de algún pasajero.
A veces cansada, por lo temprano, intentaba dormir,
Qué nada!!!!!! Nunca podía
Resulta que se había transformado en un punto de encuentro,
Donde los vecinos de cada estancia se encontraban, 
y ahí charlaban.
Uno le daba las condolencias a Apolinario por la muerte de su padre;
Otra contaba que  Juanita estaba en días de parir;
De repente una voz fuerte y retumbante dice:
-pero usted sabe Don Pepe?,
Que el toro sabandija saltó el alambre y me empreñó la vaquillona.
El viaje se había transformado en una gran reunión, y , cuando lograba dormitar, lo hacía oyendo aquel murmullo, todo se confundía,
era la gente hablando,
Era la payada en la radio del chofer….
Y hasta un matrimonio que en su afán de hacerse entender, hablaban en portuñol.
Cuando al fin logré dormir, ya casi a la llegada, una gotera del techo, que se escurría en mi cara, estaba lloviendo.
Y el ómnibus viejo parecía llorar
Como olvidar!!!

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