A veces nos sentimos agobiados, por la insistente demanda de
atención y accionar de nuestro día a día.
Muchas veces la impotencia, y el importante despliegue de
energías al que somos obligados, para poder alcanzar nuestros objetivos, nos
desgastan y nos entristecen a tal punto que llegamos a pensar en desistir de
nuestra labor social; Pero…… cuando llegamos a nuestro hogar con “esa sensación”
de haber cumplido con nuestro deber ciudadano, -Pucha… no existe nada que nos de
tanta paz!!, esto nos da la certeza, que solo tiene sentido nuestra existencia,
cuando llevada con conciencia de que somos una parte de un todo, y que si cada
uno aporta lo que debe, con el respeto y amor que esto implica, seguramente
muchos de nuestros hermanos sufrirían menos.
Debemos dejar de mirar solo nuestra imagen en el espejo,
alzar la mirada, usar la empatía e intentar calzar los zapatos del otro, sin duda nos mostrará un mundo
diferente, lleno de necesidades , donde nuestro accionar se requiere a gritos,
y donde una palabra, una sonrisa y un abrazo puede valer más que una cuenta
bancaria.
OJALÁ TODOS PODAMOS PARAR PARA PENSAR EN ESTO
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